martes, 9 de diciembre de 2008

tendencia: conseguir la ciudadanía en el este europeo


En Busca de la Doble Nacionalidad Perdida (Publicada en el Diario Crítica el 2 de septiembre)

Desde la entrada de los países del ex bloque socialista a la Comunidad Económica Europea, cada vez más argentinos quieren ser estonios, polacos o lituanos.


“La verdad, es medio bizarro ser estonio”, confiesa Sebastián Lerena. Él es uno de los miles de argentinos que desde la entrada hace cuatro años en la Unión Europea de los países del ex bloque socialista de los que emigró algún papá, abuelo, o bisabuelo, decidieron tramitar la doble ciudadanía (en el caso de Sebastián, la iniciativa la tomó su mamá, pero ni él ni su hermana se negaron).Los consulados lo confirman: en los de Polonia, Eslovaquia, Rumania y República Checa, entre otros, hay un auge de consultas y solicitudes. Lógico: ansias de tener el pasaporte comunitario, percibido por una gran franja de argentinos como una suerte de carné VIP global.Lo insólito es que, en muchos casos, los flamantes polaco-argentinos, eslovaco-argentinos, checo-argentinos (la lista sigue) si bien efectivamente descienden de las naciones de las que ahora son legalmente integrantes, sienten la cultura de éstas muy ajenas a la de nuestro país y por eso conciben con un poco de extrañeza eso de ser, por ejemplo, un polaco más.DIPLOMÁTICOS. Las representaciones diplomáticas son el espejo del fenómeno. Marcín Korzeb, vicecónsul de Polonia, explica: “Desde el 2002 deben de haber aumentado tres veces las solicitudes. Hay una moda, porque a veces no tienen necesidad urgente, pero lo hacen por sus hijos”. En la misma línea, fuentes de la embajada de Eslovaquia afirman: “Viene muchísima más gente que hace diez años. Se acordaron 80 años después de su origen. Lo miran como la posibilidad de iniciar algo en Europa, ni siquiera en Eslovaquia”. En la embajada checa coinciden: “Aumentaron bastante los pedidos, empezó por la crisis y por el ingreso en la UE, casi todos los días tenemos solicitudes de ciudadanía checa, la mitad lo hace sólo por el pasaporte europeo”. Hasta los rumanos perciben el gran interés. Florina Badea, encargada de asuntos consulares, dice: “Crecieron mucho las consultas, pero no tanto las solicitudes, porque exigimos que se hable rumano. Por eso, ya hay quienes están tomando clases del idioma”. Lituania es un caso particular, tuvo su boom, que duró hasta el 2006, año en el cual limitó la doble ciudadanía.“Sin dudas, desde que entramos en la UE se incrementaron los pedidos. Sánchez va a ser un apellido conocido en mi país dentro de poco. Ahora, como se limitó el tema, hay consultas pero no la pueden tramitar”, dice Algimantas Rastaukas, funcionario de la embajada lituana.Y ESTONIA TAMBIÉN. Viviana Kello es hija de estonio, siempre sintió cercanía emocional con el país de su padre, pero decidió que tanto ella como sus hijos, Sebastián y Sofía, iban a ser estonios, cuando una diplomática del pequeño país báltico le ofreció hace cuatro años una rápida tramitación del tentador pasaporte estoniano con sellito europeo: “En mi caso había cercanía, yo me preocupé por recuperar a mi familia después de que se fueron los soviéticos. De hecho, en junio los estuve visitando. Pero cuando vino el ofrecimiento, yo lo viví como una oportunidad para ellos de tener el pasaporte comunitario, una puerta en el día de mañana para estudiar o trabajar, una oportunidad. Y la verdad que es un placer, te movés por Europa como si estuvieras en el interior”. Una oportunidad similar anda buscando M (prefirió no publicar su identidad por miedo a que el Estado polaco se ofenda y lo vete), joven profesional, por el Viejo Continente: “Estoy de viaje desde hace tres meses y aproveché la posibilidad para ver qué podía hacer para gestionar el pasaporte. Estuve en Cracovia y Varsovia. Por ahora, no es nada seguro. La Unión Europea me brinda posibilidades, no sé si lo haría si fuera un país más pobre”. S (que por las mismas razones que M pidió que no se publicara ni su nombre ni su apellido) es estudiante universitario, también está tras la nacionalidad de Juan Pablo II: “La quiero sacar por la Unión Europea. Mi abuela, por el antisemitismo, odia Polonia y nosotros tuvimos que insistirle. Ella, cuando llegó a los trece años, no habló más polaco, hablaba Idish. Pero si un día me pinta viajar, lo veo como un pase libre para algunas cosas, algo que las restricciones del tercermundismo no me permiten hacer. Además, lo tomo casi como una venganza, ellos no nos quieren, nosotros vamos igual”.Laura es una joven porteña que ya es polaca y está muy satisfecha: “Se le ocurrió a mi tía, pero yo lo volvería a sacar por una cuestión pragmática. Si fuera un país más pobre, como Bolivia o Perú, no lo haría”.DE ESTRENO. En general, los argentinos que estrenan documentación emitida por algún país de Europa del Este no sienten una identificación clara con su segunda nacionalidad. Sebastián (22), el argentino estonio, es contundente: “Para mí, sinceramente, es raro ser estonio, porque no tengo presente la historia de Estonia, es un poco bizarro porque ni sé cómo son las costumbres. Cuando digo que soy estonio, a todos les resulta extraño. Sólo un 15% sabe dónde está Estonia. Yo lo veo como algo práctico, una ventaja”. M, si bien aún no logró la hazaña, no está muy lejos: “Alguna aproximación histórica tengo, es el país de mi abuelo, pero la verdad que de Polonia no sé nada. El idioma no lo aprendería”. De esto se percatan también en los consulados y embajadas. “Son muchos los que se sienten ajenos a Polonia”, dicen los polacos. “La mayoría no tiene lazos con Eslovaquia y casi ninguno entiende el idioma”, dicen los eslovacos. “Desean el pasaporte porque es europeo pero sienten extraña la cultura rumana, muchos tienen algún ascendiente armenio o moldavo que alguna vez habrá pasado por Rumania”, dicen los rumanos. “La mitad no tiene relación alguna con la República Checa”, dicen los checos.LA MAGIA SE CORRIÓ AL ESTE. Italia y España ya no son los únicos salvoconductos milagrosos que se invocan en charlas de café al grito de “¡Che, saqué la nacionalidad tal” porque ahora la “magia” se corrió al Este. Y atentos los que tengan una pizca de sangre croata, porque no va a pasar tanto tiempo para que en el Adriático eslavo flamee la bandera de estrellitas amarillas sobre fondo azul.

Santiago Eneas Casanello

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